A ver quién se atreve con la explicación. A ver quién es el iluminado -a lo peor no es sólo uno- al que se le ha ocurrido que hay que desempolvar el nombre de nuestro Parque Municipal para volver a llamarle, al cabo de muchísimos años, Parque José Antonio. ¿Es que no tenemos ya bastante con soportar que un edificio tan emblemático por albergar fuentes del saber como es un colegio, tenga que llevar anacrónicamente el nombre de un señorito, paladín de la inspiración ideólogica fascista, que seguramente ni sabía ubicar a nuestro querido pueblo en el mapa? ¿Qué explicación darán los maestros que imparten, reparten y comparten sus conocimientos en el mencionado centro si a alguno de sus alumnos se les ocurre preguntar quién era el ínclito personaje y cuáles fueron sus méritos para ostentar tal privilegio?
Hasta ahora nadie ha tenido narices -no es ninguna ironía- para tomar el toro por los cuernos y proponer un cambio de denominación. Que no vengan con el cuento de volver a resucitar lo de las dos Españas, con lo de rememorar atávicos desencuentros, con lo de desenterrar la memoria historica… Cuando gobernaron los socialistas -sí chavales hubo una época en la que en La Roda no gobernó la derecha- solamente pudieron con el cambio de la Avenida de Franco, ahora Paseo de la Estación, con fuerte y escandalosa oposición de los atrincherados seguidores del general, alguno de los cuales sigue, aunque disimule, sin salir del parapeto. Pero no se atrevieron con las calles García Morato, General Mola, Brunete, Belchite y otras que se nominaron para rendir homenaje a los vencedores del pasaje más penoso de la historia de España; eso por no hablar de la placa de mármol que preside la fachada principal de nuestra iglesia del Salvador, colocada en memoria de los caídos de una parte; o del hito que recuerda en la Miliaria el paso del hijo del dictador Primo de Rivera en su camino hacia la cárcel de Alicante. Y ahí los tenemos impertérritos resistiendo el paso de los años, recordando todos los días que están ahí por la fuerza de las armas y porque a nadie se le ha ocurrido recluirlos definitivamente en los libros de nuestra historia más negra que es, siendo benevolentes, el único lugar que les corresponde. No lo hicieron entonces y, por supuesto, no lo han hecho los que llevan gobernándonos más de veinte años, probablemente porque no ha habido ningún concejal en estos cuatro lustros al que se le haya ocurrido -a los de la oposición tampoco- proponer un cambio amable, sin trauma alguno y renombrar los sitios reconociendo virtudes y méritos de muchísimos rodenses, vivos o muertos, que, ellos sí, se merecen el recuerdo permanente refrendado en las letras de molde de alguna placa.
Que no se escuden en argumentos tan socorridos como que hay otras cosas mucho más importantes, que estos temas no preocupan a casi nadie… Porque se empieza con esa cantinela y se termina recuperando el nombre del falangista para nuestro parque municipal. ¿O es que nos vamos a tener que creer que aprietan los más recalcitrantes y trasnochados que todavía tienen predicamento en las filas del PP? ¿Pues no quedamos en que íbamos hacia el centro? Se puede empezar el viaje por muchos caminos. Por este también.