Fuente de despropósitos

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09 enero 2009

EDITORIAL DE CRÓNICA DE LA RODA: «No faltará quien disculpe a estos muchachos, que lo hacen todo por el bien del pueblo»

A alguien se le deberí­a caer la cara de vergüenza. Lo de la fuente-monumento de La Miliaria es para ponerse rojo, con perdón. La obra cumbre del PP en la anterior legislatura, enclavada en la remodelación horrorosa del Paseo Ramón y Cajal, no deja de darnos satisfacciones a los rodenses. Ahora, cuando todaví­a no hace un año que hubo que remodelarla y cuando han transcurrido poco más de dos desde que la terminaron, resulta que se nos está viniendo abajo otra vez. Bien mirado tampoco pasa nada si se hunde enterita y no estarí­a mal si alguien coge un macho de picar piedras y le atiza dos zurriagazos en forma de tiro de gracia, que no sufra más ni nos haga sufrir a los demás, la pobrecilla.

No faltará quien disculpe a los polí­ticos, los acólitos principalmente. Siempre habrá quien intente justificarlos porque ya sabemos todos que ellos, estos muchachos, lo hacen todo por el bien del pueblo. Son las mismas fuerzas vivas que hubieran crucificado literalmente al responsable si es que éste se hubiera sentado en los sillones de la izquierda, en nuestro salón de Plenos. Pero tranquilos que aquí­ no pasa nada. Se perdió una ocasión magní­fica de llevar a cabo una remodelación, necesaria por otra parte, del Paseo y convertir nuestro bulevar más representativo en una zona para uso y, sobre todo, disfrute del ciudadano, transformándolo en una zona peatonal amplia, que con un poquito de imaginación se hubiera convertido un lugar para enseñar orgullosos a quienes vienen a visitarnos. Con sus zonas verdes, con las farolas adecuadas y, como principal protagonista, una fuente-fuente, de las de toda la vida, de las que echan los chorros hacia arriba, bien altos, bien hermosos. Véase cualquier fuente en Albacete capital, o en Villarrobledo, o en Almansa… que allí­ también gobierna el PP hombre, que no es el tema cuestión de colores polí­ticos sino de actitudes, de ideas, de espí­ritu, de preocupación por el bienestar de tus conciudadanos.

Que no venga nadie con el cuento del dinero público y del ahorro y del puñetero defí­cit cero, no vaya a ser que tengamos que responder que vale más gastarse el doble y disfrutarlo sin ponernos coloraos y sin tener que estar remediando cada tres por dos, también con dinero público, las taras y los defectos de una obra que, de verdad, de verdad, es para que a más de uno, por lo menos a dos, se les caiga la cara de vergüenza cada vez que bajen desde La Miliaria al Parque. Banderas de España y palmeras al margen, que esa es otra.