Algo más que palabras

25 febrero 2009

Desde hace mucho tiempo, el Partido Popular de La Roda explota a la perfección un doble lenguaje de palabras bonitas que no se corresponden con las polí­ticas que ejecuta. Por eso, el comunicado que ha enviado a los medios el Gobierno de Vicente Aroca en el que muestra su colaboración con el Foro por la Memoria para encontrar a los rodenses ví­ctimas del fascismo internacional no tiene ningún sentido si no va acompañado de acciones concretas que honren a esas ví­ctimas. A esos ciudadanos de La Roda que sufrieron el despotismo de un grupo de militares golpistas que se rebelaron contra el orden constitucional de la II República y llevaron a España a una guerra fratricida y una terrible dictadura; y que, además, padecieron la barbarie del fascismo internacional -cuyo apoyo tan trascendente fue para aquel caudillo- en los campos de concentración nazis.

La derecha más rancia y radical de La Roda, que el PP nunca olvida porque sus votos son de oro, mira siempre hacia otro lado cuando salen a la palestra temas como éste. Es hora de que el Ayuntamiento deje de hacerlo también. Es hora de que Vicente Aroca dé un paso al centro y rescate del olvido a cinco personas, conciudadanos suyos -a él que se le hace la boca agua cada vez que pronuncia esa palabra- que fueron secuestrados, torturados y asesinados en los campos de exterminio.

Ví­ctimas las hubo en ambos bandos de la Guerra, sí­, es cierto. Pero tras la batalla, uno de los contendientes -que se alzó con el poder totalitario sin legitimidad alguna de origen ni de ejercicio- machacó al perdedor durante más de 40 años. Y honró a sus muertos como si fueran héroes, mientras que los otros agonizaban en paredones, fosas o campos de concentración extranjeros.

El cumplimiento de la Ley de la Memoria Histórica, que el PP local también se comprometió a aplicar y nada más se supo al respecto, es una condición indispensable a la hora de reparar el daño que el fascismo internacional causó a estas personas. Pero no parece que Aroca tenga intención polí­tica alguna de hacerlo. Si no, por ejemplo, es incomprensible que tras varios meses de obras en la esquina que va de la Miliaria a la Plaza se haya protegido como si fuera un tesoro la piedra falangista en honor al ideólogo fascista Primo de Rivera; piedra que la Ley de Memoria Histórica obliga a retirar.

Es el momento, por tanto, de que el equipo de Gobierno pase, en este y otros tantos temas, de las palabras a los hechos. Y comience a aplicar de inmediato la Ley en lo que se refiere a la eliminación de los lugares públicos de aquellas personas que participaron en el golpe de Estado de 1936, que fue la antesala del peor episodio -largo episodio- de la Historia contemporánea española. Solo con eso, si de verdad es lo que quiere, Vicente Aroca tendrá un gesto de reconocimiento a los cinco paisanos deportados a campos nazis y a los miles de rodenses ví­ctimas indirectas del totalitarismo franquista. Deberí­a saber el alcalde (hablemos en su lenguaje) que, aunque parezca imposible, alguno de ellos quizá también le vote.