A Niño Burbuja no le da con los dedos de las dos manos para contar los dineros que se pagaban en algunos contratos municipales
Ah, La Roda, pueblo abstracto y vanguardista, deconstructor de lo que toda la vida fue: aquí es el amo del cortijo el que echa la cancela, abnegado guarda solo que algo mejor pagado de lo que en antes: cerca de quince millones de pesetas año. Rajoy ganaría parecido si dejara la Moncloa y se viniera al pueblo a echarle el candado a los parques. Bueno, ya no; en tiempos.
En tiempos. Cuando había alegría y amiguitos del alma, que diría un inocente español de bien, que proponían y disponían y la orquesta sonaba a gloria, caja-clink, caja-clink, porque el músico, siempre el mismo músico, interpretaba la partitura de los compositores municipales con sorprendente versatilidad, y solo a los duros de oído les chirriaba que el mismo músico se sentara al piano, rascara el violín y soplara la trompeta, tirorí-tirorí. Y como en el Titanic, la orquesta va a seguir tocando para amenizarnos el hundimiento.
La Roda siempre ha olido a mierda por las vinazas. Ahora huele a mierda de tubería, la que macera en fosa séptica. Quizá porque la gente, mayoría absoluta silenciosa, está cagada.