Opinión

Las fuentes son para el verano

17 mayo 2012

  • El invierno ha roto la fuente de La Miliaria, dice el alcalde. De qué estaría hecha la antigua, que duró más de seis inviernos sin un arañazo

Ha tenido el alcalde la oportunidad de hacerse carne como se hizo carne Dios en la cruz, pero ha preferido seguir sentado a la derecha de Dios (padre). Dios (padre), Camps y Aroca tienen cada día más tics en común y nosotros ya no tenemos fuente (a Dios gracias) ni los 150.000 euros que costó.

Era fácil: pedir perdón a los pies de la escombrera, hacer propósito de enmienda y aguantar el chaparrón como hacen los tipos duros. Era lo que tocaba. Pero como aquí ya todo vale desde hace demasiado tiempo el alcalde le echa la culpa de lo de la fuente al invierno, convirtiéndonos así a sus 16.000 súbditos en tontos de paga pero sin paga.

Ha sido el invierno el culpable de lo de la fuente. Lo entendemos: este invierno siberiano rodense de treinta bajo cero, sus nieves de noviembre a marzo y los osos polares retozando entre las viñas recién sarmentadas. Cómo harían entonces los de la muralla de Ávila, cómo hacen los albañiles de Moscú, de qué estaba hecha la antigua fuente de La Miliaria, que aguantó más de seis inviernos sin un arañazo, los inviernos de antes del cambio climático, además.

Mientras el alcalde señala a la nada a lo Cristóbal Colón para culpar al invierno (“¡Tú has roto la fuente, escarcha de las matanzas, relente de los eneros!”), la empresa que creó el Frankenstein mira para arriba y silba con las manos en los bolsillos. Bueno va para ellos que la culpa haya sido del invierno, como bueno fue que el coste de la remodelación del paseo de Ramón y Cajal se disparara un 25% sobre lo presupuestado. Suena parecido a cuando vemos en el Telediario que tal o cual político está siendo juzgado por inflar los costes de tal o cual obra, un velódromo o así, pongamos por caso. El alcalde responsable de la fuente y de la remodelación de Ramón y Cajal, Sixto González, y su entonces lugarteniente de Urbanismo, Eduardo Sánchez, también miran para arriba y silban con las manos en los bolsillos. Ha sido el invierno.

Al hilo del guiño literario del alcalde para el deceso de la fuente (el “anuncio de una muerte anunciada”) podríamos decir que “las fuentes son para el verano”.