Opinión

¡Música!

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23 noviembre 2012
  • Mi eterno agradecimiento a todas las personas que se dedican a la música y que, por tanto, hacen de este mundo un lugar un poquito más soportable

No soy capaz de imaginar una vida sin música. Puedo entender, aunque me cuesta una barbaridad, que haya personas a quienes no les guste, como hay personas a quienes no les gusta el helado o el sexo, pero creo que eso no es más que una anomalía sociológica, o como decimos aquí, porque tié que haber de tó.

Uno de mis primeros recuerdos se remonta a una mañana del día de Reyes, no tendría yo más de cuatro años, cuando mi padre me despertó bien temprano (o yo a él, no estoy seguro) para descubrir juntos los regalos que los Magos de Oriente habían tenido a bien dejarme junto al árbol de Navidad: una bicicleta con ruedines y un elepé de villancicos. A la bici le hice el caso justo, de hecho aprendí a montar varios años después; pero no he dejado de poner música en casa ni uno solo de mis días desde entonces.

Este jueves, 22 de noviembre, músicos y poetas de todo el mundo habrán celebrado, como cada año, la festividad de su patrona, Santa Cecilia de Roma. Yo no soy muy dado a este tipo de celebraciones, pero esta ha sido desde siempre una fecha muy señalada entre los míos. Así que quiero aprovechar la ocasión para realizar mi pequeño homenaje y expresar mi eterna gratitud a los músicos de todo el mundo, y en especial a los de mi familia, que son unos cuantos, empezando por mi abuelo Tomás Cortijo Carretero, a quien no tuve la suerte de conocer y que, según me cuentan, enseñó solfeo a medio pueblo; a mi padre Tomás y a mi tío Toñín, que ya tocaban sus instrumentos casi antes de aprender a caminar, y que, tras muchos años de pelea han conseguido jubilarse mientras se dedicaban profesionalmente a la pasión de su vida; a mis primos Tomás y Miguel Ángel y a sus hijos; y a mi sobrina Irene, que asegura la continuidad de la estirpe y va camino de convertirse en toda una mujer-orquesta.

Felicidades, músicos, y muchas gracias por hacernos la vida mucho más agradable.

LibroFederico García Lorca, Poeta en Nueva York (1940). La estancia de Lorca en la Universidad de Columbia, Nueva York, entre 1929 y 1930, le produjo un brutal impacto que se refleja en esta obra cumbre de la poesía universal, y que es un canto por la libertad, especialmente la individual, y una denuncia de la deshumanización de la sociedad. Yo leí este poemario por primera vez siendo muy jovencito, y no entendí ni la mitad de lo que significan sus bellísimos versos, pero vuelvo a él de vez en cuando, y me sigue golpeando tan fuertemente como a Federico sus paseos por las calles de Manhattan.

DiscoEnrique Morente y Lagartija Nick, Omega (1996). Un monumento a la fusión de flamenco y rock, y el clímax del enorme talento creador del cantaor-poeta de Granada. Recibió buenísimas críticas cuando se publicó, y también fue agriamente denostado por los flamencos más puristas, lo que explica a las claras que un genio tan grande como el de Morente no puede dejar indiferente a nadie. Varios poemas de >Poeta en Nueva York, y también otros de García Lorca, así como versiones de temas con los que Leonard Cohen homenajeó al de Fuentevaqueros (el propio Cohen declaró que la versión de First We Take Manhattan de este disco era mejor que la original suya), conforman un álbum de canciones único e irrepetible.

PelículaMilos Forman, Amadeus (1984). La adaptación al cine de la obra de teatro de Peter Shaffer (que también escribió el guión de la película) se convirtió en una celebración de la música del niño prodigio de Salzburgo, y fue, además de un gran éxito de taquilla, la gran triunfadora de los premios Oscar de aquel año, con ocho estatuillas, entre ellas las de mejor película y mejor actor, que no fue para Tom Hulce, demasiado histriónico en su interpretación de Mozart, sino para F. Murray Abraham, que bordaba el papel del atormentado Antonio Salieri. Eso sí, el valor de la peli como documento histórico es nulo: la enemistad entre Mozart y Salieri, así como otros momentos clave en el desarrollo del guión, no eran más que meros recursos narrativos.