Opinión

Aquellos partidazos en la Ciudad Deportiva “Juan de Rojas”

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30 noviembre 2012

  • Hemos sido Cruyff, Gárate, Arconada, Iríbar. En persona. Y sin videoconsola

Resulta raro, quiero decir muy poco habitual, ver en estos tiempos a niños jugando al fútbol en la calle. Las instalaciones, más o menos apropiadas, de que ahora disponen y que en mis tiempos no existían; el peligro constante de los automóviles pasando a cada momento; y, sobre todo, la experiencia vicaria de poder recrear las actuaciones sobre el campo de Messi, Iniesta, Soldado o Falcao mediante unos botoncitos, han relegado el balompié callejero a la condición de documento histórico.

Aprecio la diversión que puede proporcionar un partido de fútbol en los sofisticadísimos juegos para videoconsolas (que en los próximos días se venderán como churros), pero no me despierta ninguna envidia. Yo, en mi propia persona, he sido Johan Cruyff, José Eulogio Gárate, Carlos Alonso “Santillana” o Mario Alberto Kempes, por nombrar sólo unos pocos nombres bien conocidos. Y mi amigo Agustín Turras fue José Ángel Iríbar, Mariano García Remón, Javier Urruti o Luis Miguel Arconada.

En la confluencia de las calles Juan de Rojas y Blasco de Garay se forma una especie de placeta donde cada tarde representábamos (esa es la palabra exacta) los más diversos partidos de la liga española. Yo me encargaba de todos los jugadores de campo y Agustín de los guardametas, delante de unas portadas viejas que hacían las veces de portería, muy difícil de batir, por cierto, lo que daba auténtica emoción al encuentro. Y con narración en directo incluida, lo que a veces, en los goles sobre todo, me llegaba a dejar sin resuello.

Creo que el momento estelar ocurrió una tarde de primavera. Recuerdo bien solamente uno de los dos equipos, la Real Sociedad de Arconada, Zamora, López Ufarte, Satrústegui e Idígoras, que entonces estaba de moda y llegó a ganar dos ligas consecutivas. Empezó a llover, bastante, y nosotros tan contentos, jugando bajo la lluvia como en los partidos que veíamos por la tele. Como los buenos. Entonces, mi madre se asomó a una ventana de casa de mi abuela y nos gritó:

¡¿Qué hacéis, atontaos, con la que está cayendo?!
¡No pasa nada, mama, jugamos con lluvia como los profesionales!
¡Pues como no entréis ahora mismo os voy a dar yo con la zapatilla como una profesional!

Oficialmente, el partido se suspendió por la lluvia.

LibroJack Kerouac, En el camino (On the Road, 1957). En un principio, esta novela no era para mí más que otra lectura obligatoria para la asignatura de Literatura Norteamericana durante mis estudios universitarios. Enseguida descubrí que sería mucho más, conforme devoraba sus páginas, de alguna forma reflejando la frenética actividad de Kerouac al escribirla en sólo tres semanas (aunque la revisaría más tarde). La archifamosa Ruta 66, las drogas, el alcohol, el sexo y el jazz (incluyendo apariciones de Miles Davis y Charlie Parker) son personajes con entidad propia en esta historia de carretera, además de los alter egos de los iconos de la generación beat Neal Cassady, Allen Ginsberg, William S. Burroughs y el propio Kerouac. La adaptación cinematográfica, dirigida por Walter Salles y producida por Francis Ford Coppola, se presentó en el Festival de Cannes de este mismo año, y podremos verla en España a partir del próximo febrero.

DiscoDeep Purple, Made in Japan (1972). Si a uno le preguntan por razones para escuchar este disco, lo más posible es que acabe enumerando cosas como la nota que se le escapó a Ritchie Blackmore en uno de los riffs de Smoke on the Water; el divertido duelo entre la guitarra de Blackmore y la voz de Ian Gillan, acompañado por el público, en Strange Kind of Woman; el tremendo solo de batería de Ian Paice en The Mule; la impresionante interpretación de toda la banda en Child in Time; o incluso, en esta misma canción, la leyenda urbana sobre el supuesto disparo que se pegó un japo que debió pensar, “después de presenciar esto, ya me puedo morir tranquilo”. Sin embargo, todo lo anterior se queda en simples anécdotas al lado del verdadero atractivo del álbum grabado en vivo en Osaka y Tokio en agosto de 1972: fue, con mucho, el momento más memorable de una de las más memorables bandas de la historia del rock.

PelículaMichael Curtiz, Casablanca (1942) [En España, 1946]. Se cumplen justo ahora 70 años del estreno de la que es, para muchos, la mejor película de la historia del cine. Y muy poco puedo aportar a esta recomendación que no se haya dicho ya, salvo abundar en conocidos datos, como que durante muchísimos años nos vimos privados en España, gracias al doblaje, de una frase de la peli que hacía referencia a nuestra Guerra Civil; o que no es cierto que el guión se escribiera sobre la marcha, Curtiz y Humphrey Bogart sí lo conocían, pero hacían como que no para conseguir mayor realismo en las reacciones de los actores; o la contribución de la película a la promoción turística de la ciudad marroquí: los dos bares que aparecen, el Rick’s y el Blue Parrot, no existían realmente, pero el ayuntamiento de Casablanca los hizo construir después frente a una de sus plazas. Desde luego, es uno de esos filmes que todos deberíamos ver al menos una vez en la vida. Y si son diez o doce, tanto mejor.

Foto portada: Sleeping Grey