Opinión

¿Feliz Navidad?

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21 diciembre 2012

  • ¿Es necesario olvidarse de los problemas que nos acucian para disfrutar de las fiestas navideñas?

Llegan las fiestas navideñas, y con ellas todos los tópicos de la época. Ya saben, en estas fechas tan entrañables, hemos de hacer lo posible por celebrarlas en paz y concordia, aparcando por unos días los problemas cotidianos, haciendo de tripas corazón para tragarnos la bilis que nos bulle en el hígado ante la sola presencia de ese familiar al que no soportamos ver ni en pintura, o ante la imagen en televisión de jefes de estado, de gobierno o representantes políticos en general deseándonos lo mejor para estos días y para el año próximo.

Los políticos, en particular, se afanan por felicitarnos las pascuas con mensajes, bastante cursis todos ellos, que son una patética mezcla de resignación, esperanza (que yo ya no veo por ninguna parte) y autojustificación que raya en el cinismo más absoluto. Vienen a decir algo así como: “Os deseamos unas felices fiestas, y pelillos a la mar, que si os estamos puteando tanto es por vuestro bien, pobrecitos, y además nosotros no tenemos más remedio. El año que viene será mejor. O no.”

Pues no, señor. Yo, desde luego, haré todo lo que esté en mi mano para disfrutar de estos días de celebración y descanso junto a mis seres queridos. Pero no pienso olvidarme ni por un segundo de werts, gallardones, cospedales, rajoys y rubalcabas, que han permitido, unas veces, y directamente propiciado, otras, que nuestra sociedad se encuentre en el lamentable estado que todos conocemos. Y sin perspectivas de mejora a corto plazo, además. Y pido a quienes lean estas líneas que no olviden tampoco que, en la cena de Nochebuena o en la comida de Navidad, casi todos estaremos acompañados en la mesa por personas que, con su voto, han contribuido a este desastre. Sólo eso, que lo tengan presente, no me vayan a malinterpretar.

Feliz Navidad a casi todos.

LibroFrancisco de Quevedo, Historia de la vida del Buscón (1626). Recuerdo haber leído por primera vez la única novela de Quevedo en unas vacaciones de Navidad, porque nos la habían mandado leer en la escuela. Creo que entonces no pasé de divertirme muchísimo con las esperpénticas peripecias de don Pablos de Segovia, “exemplo de Vagamundos y espejo de Tacaños”, como reza el título completo de la obra. Su relectura muchos años después me permitió profundizar en la brutal sátira de la corrupción social de la época, que, en ciertos aspectos, es perfectamente extrapolable a estos tiempos y esta España. Creo que una nueva lectura sería buena para recoger ideas, por si hay que tirar de picaresca, tal y como están las cosas.

DiscoSidonie, El Fluido García (2011). La actuación de Sidonie en el pasado Festival de los Sentidos fue un colofón perfecto para una gran edición, que, personalmente, es la que más he disfrutado hasta la fecha. Con este disco no podemos decir que los catalanes hayan alcanzado la madurez creativa, porque eso ya había ocurrido antes, pero sí que la han afinado hasta rozar la perfección, con unos arreglos inteligentes y efectivos, y unos juegos de voces muy bien trabajados, que recuerdan a los mejores Brincos e incluso, aunque de lejos, a los mismísimos Beatles. El bosque, Tormenta de verano o Perros son temas que ya forman parte de la antología del rock español de este siglo.

PelículaLuis García Berlanga, Plácido (1961). La semana pasada hablé de las tribulaciones con la censura de Berlanga y Rafael Azcona, que escribieron juntos el guión de esta divertidísima pero también muy ácida sátira de la España de la época de “siente un pobre a su mesa”. Para mí ya se ha convertido en un ritual verla cada 24 de diciembre, que es precisamente la fecha en la que se desarrolla la acción de esta obra maestra de nuestro cine. Memorables interpretaciones de Cassen (en su debut como actor), José Luis López Vázquez, Manuel Alexandre y Amparo Soler Leal, entre muchos otros, y una de las bandas sonoras más reconocibles de la cinematografía española, a cargo de Miguel Asins Arbó. Si después de verla necesitan compensar con una sobredosis de azúcar, pueden dejar Qué bello es vivir, de Frank Capra, para el día de Navidad.