- Despidamos este nefasto 2012 como se merece: con un gran corte de mangas
Vuelvo sobre los topicazos. Estas fechas se prestan mucho a ello. Últimos días del año, y quien más, quien menos, se pone a hacer balance de lo que han dado de sí estos 366 días (eso para más inri, un año bisiesto para poder jodernos un día más). No necesito aclarar que mi punto de vista es bastante parcial, faltaría más, pero en fin, yo pongo una serie de acontecimientos en una balanza, y ya les adelanto que uno de los dos platillos cae a plomo.
Por un lado, podemos recordar algunos éxitos deportivos, como la segunda Eurocopa de fútbol consecutiva, las medallas olímpicas (que tampoco fueron para tirar cohetes) o la segunda Europa League colchonera (que para eso uno es atlético de toda la vida); tampoco quiero olvidar mencionar la ratificación, por parte del Tribunal Constitucional, de la absoluta legalidad del matrimonio igualitario. Y paro de contar. Lo siento, ahora mismo no se me ocurre nada más.
En el otro platillo de la balanza, tenemos el año en que Francisco Camps se fue de rositas en el juicio de la trama Gürtel; Mariano Rajoy no ha dejado ni una sola de las promesas de su programa electoral sin incumplir y ha añadido 800.000 nombres más a la ya escandalosamente larga lista de parados; María Dolores de Cospedal ha empobrecido más todavía a una región que ya era de las más pobres de España, utilizando el dinero de todos los castellanomanchegos para pagarse decenas de asesores personales; y los socialistas (es un decir) que, no nos engañemos, son (eran) la única alternativa posible de gobierno en el estado y en las comunidades autónomas, se encuentran en una deplorable situación de la que es muy poco probable que se puedan recuperar jamás. Por no hablar de la publicación de la primera parte de las memorias de José María Aznar. Y, a este lado de la balanza, podría seguir, pero no me quiero ensañar.
Así que yo ya he pensado cómo despediré el año: esta Nochevieja, cuando den las campanadas de fin de año, esta será mi secuencia: campanada, uva, peineta, campanada, uva, peineta, …, así hasta doce de cada. Y añadiré un decimotercer corte de mangas, porque es bastante probable que, cuando acabe 2013, pensemos que lo de este 2012 no fue para tanto. Ojalá me equivoque.
Libro – Charles Dickens, Cuento de Navidad (A Christmas Carol, 1843). Me gustaría recomendar este, llamémosle así, clásico de temporada, especialmente a nuestros políticos y grandes empresarios, pero me temo que eso sería predicar en el desierto. Teniendo en cuenta que suelen arrojar a la basura sus conciencias en cuanto comienzan a dedicarse a lo suyo (nunca mejor dicho), dudo mucho que se dieran por aludidos por la visita del Fantasma de las Navidades Futuras. Próximamente no tendré más remedio que recomendar la lectura de otra de las obras maestras de Dickens, Oliver Twist (1837-1839), para que podamos practicar esa debilidad tan humana, que consiste en comparar y aliviarnos porque estamos mejor que el vecino.
Disco – Camarón de la Isla, La leyenda del tiempo (1979). Este disco, para compensar. La obra monumental de un genio irrepetible del flamenco, que habría cumplido 62 años el pasado 5 de diciembre, y que ya hizo 20 que nos dejó en el mes de julio. Los textos de Federico García Lorca y Kiko Veneno, o las guitarras de Tomatito y un Raimundo Amador de sólo 20 añitos, entre otros elementos, convierten este álbum en una fiesta desde el primer corte hasta el último. Yo me lo pongo por la mañana, y ya estoy de buen humor para todo el día, a pesar de los pesares. “En los olivaritos, niña, te espero / Con un jarro de vino y un pan casero.”
Película – Nagisa Oshima, Feliz Navidad, Mr. Lawrence (1983). Extraña belleza la de esta cinta que, a pesar del título, no es una película navideña, sino un alegato antibelicista que trata con maestría temas como la amistad, la libertad, el concepto oriental del honor y, sobre todo, la homosexualidad en el ejército, algo completamente inaceptable en la época en que se desarrolla la historia (Segunda Guerra Mundial), y que continúa siéndolo en demasiados lugares del planeta. Destacables interpretaciones de Tom Conti, David Bowie, Ryuichi Sakamoto y un enorme Takeshi Kitano. Sakamoto firmó, además, la inolvidable banda sonora, en la que sobresale el tema principal, Forbidden Colours, una de esas piezas que ponen los pelos de punta cada vez que se escuchan.
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