El comentario de José A. Fernández Plaza

04 febrero 2013

  • Reflexiones de un fin de semana para olvidar… en lo deportivo

Madre, hoy no me levanto… Vaya lunes. A ver de qué presumo. ¡Qué desastre de fin de semana!. A última hora nos quisimos agarrar a Guillermo, pero ni por esas.

En la matinal norteafricana de un Alvárez Claro casi vacío, otra actuación decepcionante de un equipo que ha pillado la cuesta abajo y que camina irremisiblemente por los senderos de la mediocridad, instalado en un quiero y no puedo permanente. Ayer quiso y no pudo, o no supo, frente a un rival claramente inferior que se adelantó en su primera acción ofensiva. Penalti claro de Castillo en otro error de esos que parecen no tener solución de continuidad, un día y otro y otro…

Tras el descanso pareció allanarse el camino cuando el colegiado envió justamente a Carlos David camino del vestuario, después del enésimo recado en las cervicales de Calle. Más de media hora por delante con una superioridad a la que sacarle el rédito de una remontada, pero no. De nada sirvió el toque a arrebato ni la acumulación de elementos ofensivos, la cuestión no era atacar sino hacerlo bien, poniendo la calidad, la clarividencia, la pausa, al servicio del esfuerzo. Nadie duda de la intención, no nos fiamos del fundamento y, desde luego, lo que vemos es una falta de confianza total y absoluta.

Que Carlos remate de aquella manera un balón botando en el punto de penalti, no es culpa del entrenador. Que Rocha sea incapaz de dar un pase a cinco metros, no es culpa del entrenador. Que Santamaría mande a Marruecos un rechace del portero a metro y medio de la portería, no es culpa del entrenador. Que no rematemos ni una sola jugada de estrategia porque confundimos el segundo palo con el quinto pino…, ¿no es culpa del entrenador?. Que los futbolistas no estén convencidos de lo que hacen o eso es lo que parece…, ¿no es culpa del entrenador?. Que no se crean que pueden más de lo que demuestran…, ¿no es culpa del entrenador?. Antonio Gómez debe ser el líder que lo aglutine todo, el que transmita alto y claro, el que razone y convenza, el que saque a este equipo de este vericueto peligroso en el que anda metido. Esa es su misión y lo sabe. Si se ve capaz que lo demuestre y si no, que tenga la decencia de dejar paso sin obligar al club a mantener una situación que más tiene que ver con los euros que con los goles.

Nos quedaba el cartucho de la tarde. Resabiados acudimos al Municipal con la esperanza de presenciar un partido que nos hiciera olvidar. Pues nada, que no. Que no era el día. Encima, el visitante, Ecija Balompié, venía lanzado por los últimos resultados y encaramando en la clasificación, en pos de los de arriba. Enseguida vimos lo que teníamos enfrente, un buen equipo con buenos futbolistas, con las ideas claras y la precisión suficiente como para llevarlas a cabo. No iba a ser tarea fácil, no.

Quiso el destino, además, que nos encontráramos con el otro equipo, el nuestro, incapaz de frenar el fútbol ordenado de los andaluces, muy ocupado en la contención, casi ausente en la ofensiva, muy pobre en la construcción. Con esas premisas, la conclusión se antojaba sencilla: Virgencita, que me quede como estoy. Como no puedo ganar, a ver si no pierdo. Y en esas, el Écija, que no vino con los Siete Niños, sino con doce o catorce tíos, machacó tanto la espoleta que terminó por encontrar el disparo preciso para salir justo ganador de un duelo en el que el rival tiraba con postas. Nada que oponer al resultado por mucho que nos doliera. El Écija tiene a Rubén Cruz y a Nando y a Segovia y, sobre todo a Migue, un jugador al que, por lo visto ayer, se le queda pequeña esta categoría y que fue, a la postre, quien consiguió batir a Bocanegra.

Nos consuela pensar que el próximo fin de semana tenemos opciones de revancha. Unos en Lucena, los otros frente al líder, en el Carlos Belmonte. ¿Se redimirán? Se admiten apuestas.