¿Realmente sirve de algo una institución como la monarquía en estos tiempos?
No me digan que no. El rey Juan Carlos está más para llevarlo a un desguace que para otra cosa. Ya no recuerdo cuántas operaciones lleva en estos últimos años, y me parece que si sigue así, no nos va a salir a cuenta a los españolitos que se las pagamos con nuestros impuestos. Porque al rey le gusta alabar las bondades de la sanidad pública, faltaría más, pero se opera en clínicas privadas.
A todo esto, su medio prima Isabel II de Inglaterra (ver recomendaciones más abajo) comenzó la semana ingresada también en un hospital. Lo suyo era menos grave. Esta señora lleva el mismo camino que su madre para superar la centena de años. Y, tanto allí como aquí, algunos (cada vez más, creo) nos preguntamos: ¿Realmente sirve de algo una institución como la monarquía en los tiempos que corren? ¿No es un anacronismo absoluto, un enorme gasto superfluo para las arcas públicas? Estoy de acuerdo con quienes se declaran juancarlistas más que monárquicos cuando afirman que en España hemos tenido suerte con este rey, y creo que la corona tendría muchos menos defensores si nos hubiera tocado en suerte un tipo de la calaña, digamos, de un Fernando VII. Pero no me negarán que quien evita la ocasión, evita el peligro, y si no hay monarquía, no habrá oportunidad de lamentar que el rey nos haya salido rana.
A ver si me explico. Yo soy de los que hacen fiesta cada 14 de abril, pero tampoco voy por ahí todos los días agitando una bandera tricolor en la cara de cada monárquico que me encuentro por la calle. No me gustaría irme al otro barrio sin ver la Tercera República en este país, pero creo que lo primero es el respeto entre conciudadanos, un concepto muy republicano, por cierto. Claro que ese respeto hay que ganárselo, y no todos lo acabamos de conseguir. Ahí tienen, por ejemplo, a Esperanza Oña, alcaldesa de Fuengirola y provocadora nata, que ha declarado oficialmente en su municipio el próximo 14 de abril “Día del Perro”. Espero que todos los canes de la provincia de Málaga lo celebren yendo a cagarse en su puerta.
Libro – Alan Bennett, Una lectora nada común (2008). Las recomendaciones de esta semana son monográficas, en torno a esa señora inglesa que he mencionado más arriba. Bennett es conocido (y muy reconocido) en su país, el Reino Unido, por sus trabajos para la televisión como actor y guionista, además de por su faceta de dramaturgo y actor de teatro. De hecho, escribe narrativa de ficción desde hace menos de quince años (y va camino de los ochenta). Sin embargo, fuera de las Islas Británicas poco o nada hemos sabido de él. Esta novelita es una excepción: un canto al placer inmenso de la lectura, a ese bendito vicio que algunos tenemos, protagonizado por la mismísima reina de Inglaterra, y que me produjo unas cuantas sonoras carcajadas, la mayor de todas en el desenlace de la historia, poco verosímil pero enormemente divertido.
Disco – The Smiths, The Queen Is Dead (1986). El tercer álbum de estudio de la recordada banda de Manchester, sin duda una de las mejores de la historia del rock británico, ha sido siempre considerado como el mejor, con joyas como Bigmouth Strikes Again, The Boy with the Thorn in His Side o There Is a Light that Never Goes Out, aunque Stephen Morrissey y Johnny Marr dijeron que su cumbre creativa la alcanzarían al año siguiente con Strangeways, Here We Come, que acabó siendo el último disco grabado por el grupo. El título en realidad proviene de un capítulo de una novela de Hubert Selby, Jr. que no se refería en absoluto a Isabel II, pero Morrissey lo aprovechó para atacarla con amargura en la canción homónima, algo que luego complementó con su famosa frase: “No comprendo la obsesión británica por la familia real. Un poco de cianuro en el desayuno nos libraría de esos parásitos”. La portada, obra del propio Morrissey y que muestra a Alain Delon muerto en la película L’Insoumis (La muerte no deserta, 1964), también ha pasado a la historia iconográfica del rock.
Película – Stephen Frears, The Queen (La reina, 2006). Cuando Lady Di murió el 31 de agosto de 1997, Tony Blair apenas llevaba tres meses como primer ministro británico. Esta película, a pesar de su título, no cuenta la historia de Isabel II, sino una historia en concreto: la de la relación entre Blair y la reina durante los días que siguieron a la muerte de Diana Spencer, unos días en que los británicos se encontraban entre la conmoción popular y el estupor ante lo que para ellos era una reacción (o más bien la falta de ella) incomprensible por parte de la casa real británica. No me queda claro si Frears se posiciona a favor o en contra de la reina, seguramente porque no hace ni una cosa ni la otra. Lo que sí está clarísimo es el espectacular trabajo de interpretación de Helen Mirren en el papel de la reina, que le procuró un sinfín de premios, incluyendo el Óscar, el Globo de Oro y la Copa Volpi en Venecia, entre muchos otros. La película, además, ganó en España el Goya al mejor largometraje europeo en 2007.
Libro – Alan Bennett, Una lectora nada común (2008). Las recomendaciones de esta semana son monográficas, en torno a esa señora inglesa que he mencionado más arriba. Bennett es conocido (y muy reconocido) en su país, el Reino Unido, por sus trabajos para la televisión como actor y guionista, además de por su faceta de dramaturgo y actor de teatro. De hecho, escribe narrativa de ficción desde hace menos de quince años (y va camino de los ochenta). Sin embargo, fuera de las Islas Británicas poco o nada hemos sabido de él. Esta novelita es una excepción: un canto al placer inmenso de la lectura, a ese bendito vicio que algunos tenemos, protagonizado por la mismísima reina de Inglaterra, y que me produjo unas cuantas sonoras carcajadas, la mayor de todas en el desenlace de la historia, poco verosímil pero enormemente divertido.
Disco – The Smiths, The Queen Is Dead (1986). El tercer álbum de estudio de la recordada banda de Manchester, sin duda una de las mejores de la historia del rock británico, ha sido siempre considerado como el mejor, con joyas como Bigmouth Strikes Again, The Boy with the Thorn in His Side o There Is a Light that Never Goes Out, aunque Stephen Morrissey y Johnny Marr dijeron que su cumbre creativa la alcanzarían al año siguiente con Strangeways, Here We Come, que acabó siendo el último disco grabado por el grupo. El título en realidad proviene de un capítulo de una novela de Hubert Selby, Jr. que no se refería en absoluto a Isabel II, pero Morrissey lo aprovechó para atacarla con amargura en la canción homónima, algo que luego complementó con su famosa frase: “No comprendo la obsesión británica por la familia real. Un poco de cianuro en el desayuno nos libraría de esos parásitos”. La portada, obra del propio Morrissey y que muestra a Alain Delon muerto en la película L’Insoumis (La muerte no deserta, 1964), también ha pasado a la historia iconográfica del rock.
Película – Stephen Frears, The Queen (La reina, 2006). Cuando Lady Di murió el 31 de agosto de 1997, Tony Blair apenas llevaba tres meses como primer ministro británico. Esta película, a pesar de su título, no cuenta la historia de Isabel II, sino una historia en concreto: la de la relación entre Blair y la reina durante los días que siguieron a la muerte de Diana Spencer, unos días en que los británicos se encontraban entre la conmoción popular y el estupor ante lo que para ellos era una reacción (o más bien la falta de ella) incomprensible por parte de la casa real británica. No me queda claro si Frears se posiciona a favor o en contra de la reina, seguramente porque no hace ni una cosa ni la otra. Lo que sí está clarísimo es el espectacular trabajo de interpretación de Helen Mirren en el papel de la reina, que le procuró un sinfín de premios, incluyendo el Óscar, el Globo de Oro y la Copa Volpi en Venecia, entre muchos otros. La película, además, ganó en España el Goya al mejor largometraje europeo en 2007.