- Sobre la derrota del Alba en Oviedo (1-0)
Orlando Quintana, 35 años, natural de Las Palmas, ciento ochenta y cinco centímetros de estirada y una mano fuerte, la izquierda. El balón, que iba dentro, salió milagrosamente de su trayectoria letal. Cosas del fútbol. Otras veces se la habrá “comido”, ayer no. Ayer hizo la parada de su vida. El escorzo de Calle, el mejor de todos, mandó la pelota junto a la base el palo, allí donde crujen los riñones de los porteros.
El partido se había equilibrado mucho. El Alba había empezado a contrarrestar el empuje inicial de un Real Oviedo que salió a decidir por la vía rápida, pero que a la hora de la verdad, metía mucho más miedo desde fuera que desde dentro del campo. Casi veinte mil espectadores pusieron de manifiesto la urgencia y las ganas de este histórico por regresar al fútbol profesional. Menos mal que los cuartos, que dicen que pone Slim, no son necesariamente una garantía de nada, aunque ayuden. El equipo carbayón no fue mejor que el Alba, empujó más pero jugó peor.
Lástima que a los de Luis César les cueste tanto organizarse desde atrás. Lástima las dudas de algunos defensores, reñidos con la contundencia necesaria para hacerse respetar. Menos mal Noguerol y Alvaro Campos, que suplieron otras carencias. Menos mal, para ellos, que Héctor Simón enganchó aquel balón que no supimos despejar. Porque el Alba había equilibrado los ímpetus iniciales y llevaba muchos minutos siendo mejor que su oponente, porque Calle los volvía locos con su corpachón y su calidad, porque Jorge Díaz –le sigue sobrando un regate, el último- y Adriá Granel llegaban y desequilibraban, porque Mario Ortiz y Rocha estaban sentando sus reales en la parcela más ancha.
Además de jugar bien al fútbol, para conseguir el objetivo es necesaria una mínima dosis de fortuna y ahí sí que tenemos motivos de queja. En dos minutos se torcieron las cosas, esperemos que no sea de manera definitiva. Al gol ovetense, en el último suspiro del primer acto, hubo que añadirle la jugada en la que resultó lastimado el tobillo de Víctor Curto y que privó al equipo de la aportación de uno de sus jugadores franquicia. Tanto, que no aguantó más allá del minuto setenta, después de corretear lastrado más tiempo de la cuenta.
Las intervenciones de Campos en la segunda mitad, se redujeron a cazar por arriba los balones cruzados en busca de la cabeza del goleador oviedista que, ayer, me pareció bastante más tronco de lo que dicen sus dieciocho o veinte goles. También es verdad que el bagaje ofensivo del Albacete Balompié se redujo a ese remate fantástico de Calle que terminó estrellado en el palo derecho de la portería local. Por cierto, suponemos que la información privilegiada que maneja el entrenador fue la que le hizo sacar del campo al delantero más peligroso del equipo, cuando nos acuciaba la urgencia de algún gol a favor. Queremos pensar que el delantero madrileño estaría muy, pero que muy, cansado, porque de otra manera no entendemos el cambio.
En fin, que la solución se va a demorar ocho días y que será el Belmonte el que dicte sentencia. Ahora falta saber si, aquí en Albacete, somos capaces de arropar a los nuestros como hicieron ayer los aficionados del Real Oviedo. Las urgencias son parecidas en lo deportivo, pero salimos perdiendo en lo económico, salvo que Iniesta tenga más euros que el mejicano y nosotros no lo sepamos.