Con la autoridad que dan los triunfos recientes, se quejaba Mireia Belmonte tras los mundiales de natación de que importaba más el nuevo peinado de Sergio Ramos que sus récords en la piscina, y hasta Sergio Ramos entendería la queja de la muchacha.
Pero parecía que en esa embestida amarga Mireia no sólo reclamaba menos Sergio Ramos sino más natación, cuando sus medallas fueron portada en los periódicos, pieza de apertura en los informativos de deportes de radio y televisión y tema destacado en los digitales.
Comparada con la esquizofrenia informativa del fútbol, la cobertura de los mundiales de natación de Barcelona nos puede parecer pobre, pero si evitamos la comparación con algo enfermo como es la esquizofrenia informativa del fútbol y nos dejamos guiar por un sentido común blanco, sin contaminaciones, vemos que el caudal informativo de una natación, un tenis o un baloncesto se acercan más a lo que por debería ser la presencia de un espectáculo de puro entretenimiento en nuestra ración diaria de información. Es difícil no enterarse de los triunfos de Nadal en un Grand Slam pero no imposible; es imposible escuchar un informativo de radio la noche de un miércoles de Champions.
Así que no se trata de más Mireia Belmonte sino de menos Sergio Ramos.
Contaba Alberto Contador que la cirujana que le abrió el cráneo, hurgó en su cerebro, le recompuso la estructura con no sé cuántas placas de titanio y le dejó la máquina de pensar como recién salida del concesionario, contaba Alberto Contador, decía, que la cirujana le pidió una foto firmada, y él le contestó:
La foto me la tienes que firmar tú que me has salvado la vida: yo sólo doy pedales.
Que a lo mejor se trata de menos Mireia Belmonte todavía y más neurociencia, aunque suene pedante.
