No, yo no he sido

  • Cuando llevas viviendo en La Roda ya varios años, ni lo notas; sin embargo, cuando vienen amigos o familiares a visitarte, te recuerdan que el aroma que La Roda emana en horas vespertinas no es para nada agradable
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17 septiembre 2013

La primera vez que mi cuñado visitó nuestra localidad era una tarde de sábado de las fiestas. Nos sentamos en una terraza del Ramón y Cajal a tomar unas cervezas y aprovechamos para hablar sobre las ventajas de residir en un lugar donde todo está tan a mano. Mientras que le iba comentando los múltiples beneficios, que los hay, de tener la residencia en esta tierra manchega, al marido de mi hermana la cara se le iba mudando por momentos, llegando a adoptar una expresión facial que parecía decirme: “¿Has sido tú?”. En un principio no capté el motivo de dicho gesto, pero una ráfaga de viento golpeó con fuerza mi pituitaria lanzándome a las narices el hedor que hacía rato que ya percibía mi pariente político y que demasiadas tardes visita nuestra villa, entonces comprendí y le aclaré: “No, cuñado, no he sido yo, es la banda sonora olorosa con la que te damos la bienvenida al poblado”.

Cuando llevas viviendo en La Roda ya varios años, hay tardes en que ni lo notas; sin embargo, cuando vienen amigos o familiares a visitarte, te recuerdan que el aroma que La Roda emana en horas vespertinas no es para nada agradable, ni muy buena tarjeta de visita.

¿No se puede hacer nada para evitar la fétida fragancia que nos acompaña al caer el sol? ¿Qué mierda estamos echando a nuestros pulmones? Algo que huele tan mal no puede ser nada bueno. Es como si tuviéramos a alguien a todas horas tirándose pedos en nuestras narices. Cómo quieren que nos creamos que el hombre ha sido capaz de llegar a la Luna si es incapaz de evitar semejante mal olor.

Pero alguna ventaja ha de tener: no me negaréis que leer El perfume en La Roda, cuando el aire viene viciado, es mucho más sencillo y te metes mucho más en el papel que en cualquier otro lugar de la geografía española. Un pase de la película basada en dicho libro, en el ya demolido Rialto, con el tufo de la alcoholera de fondo, no tendría precio: el cine en cuatro dimensiones. Ya no lo veremos.

En nuestro día a día estamos rodeados de una gran variedad de olores: a tostada recién hecha, a café humeante, a tubo de escape, a hierba recién cortada, al sobaco de tu compañero de trabajo, a la comida del mediodía… Los rodenses tenemos uno más que se come a todos los anteriores cuando el viento sopla desde La Gineta y nos trae hasta nuestra aldea el olor de los desechos de la alcoholera. ¿Tenemos que resignarnos?

Hace poco estuve visitando a mi familia en Valencia, bajaba con mi cuñado en el ascensor de su edificio y, de repente, este me dijo: “Pedro, parece que huele a tu pueblo”; a lo que le contesté: “Esta vez sí que he sido yo, cuñado, es que llevo a La Roda muy adentro”.