Rojos ganan, blancos piensan…

  • Lunes después del derbi. Resuenan los ecos de los cánticos rojillos, se pliegan las banderolas blancas rindiendo pleitesía al hermano pequeño
23 septiembre 2013

Lunes después del derbi. Resuenan los ecos de los cánticos rojillos, se pliegan las banderolas blancas rindiendo pleitesía al hermano pequeño, que fue mayor sobre el terreno de juego. Victoria sin paliativos de quien mejor se adaptó a las exigencias de un partido recio, de los de remangarse. Los de Monteagudo sabían perfectamente que sus posibilidades de triunfo pasaban por correr más y mejor que su rival. Y lo hicieron, vaya si lo hicieron. La presión fue sostenida y asfixiante, desde el principio hasta el final.

Seríamos injustos, no obstante, si no reconociéramos que, además de correr y no parar, La Roda CF exhibió otras virtudes que tienen más que ver con el fútbol que el simple esfuerzo físico. Este equipo sabe jugar, porque sus futbolistas se entienden con el balón, que no se vayan a creer que es tarea fácil. Juntar en ese cometido a Del Moral, Jordi Pablo, Espínola, Dopico, Arturo… no está al alcance de cualquier entrenador en esta categoría. Cuando hay que tocar, se toca y cuando se pierde el control, se muerde hasta recuperarlo.

El Alba no supo interpretar el guión. Y debería repasarlo hasta aprenderlo porque, mucho nos tememos, no va a ser la última vez que se encuentre frente a un rival dispuesto a dejarse la vida. El buen vino tiene que ver con la enología y con la vendimia, con la probeta y con la espuerta. Y el sábado tocaba vendimiar, básicamente.

Para terminar líder, que ya sabemos que otorga muchas posibilidades de conseguir el ascenso, este Albacete se ha de tornar versátil, fino o grueso, según convenga a las circunstancias del partido, corsarios filibusteros o piratas con pata de palo y parche en el ojo. Porque si no, les van a pillar más veces y les van a poner mirando a Chinchilla, como ocurrió el sábado. Es verdad que no siempre van a tener enfrente a un equipo como La Roda. Me disculpen si retorno al embeleso, pero lo que propuso y llevó a cabo el equipo vestido de rojo, provocó admiración, reconocimiento y unanimidad; nadie ha discutido el merecimiento, todos han reconocido que ganó el mejor.

Que les sirva a los unos para asentar sus reales en una categoría en la que parecen llevar toda la vida y a los otros de escarmiento, que de aquí se sale, por arriba, alternando el traje y el mono, el florete y la catana. El próximo fin de semana comprobaremos de qué ha servido la experiencia. En ambos casos.