Desayuno escaso, suculenta merienda

  • Si Dopico hubiera afinado un poquito, a estas horas estaríamos plenos de gozo
07 octubre 2013

Si Dopico hubiera afinado un poquito, a estas horas estaríamos plenos de gozo. Lástima de remate, que se fue contra la tapia.

El partido fue malo, insulso, impreciso, alborotado… Se quedó lejos de ser el señuelo en el que muerden los aficionados indecisos, que cada vez son más. Se dedicaron los equipos a cerrar caminos, a poner barreras, en vez de ocuparse de explorar nuevos senderos. Las defensas firmes, los ataques diseminados, la pólvora mojada.

Entonces habrá que convenir que el resultado fue justo. Ninguno hizo más mérito que el otro. Los de casa tuvieron, faltaría más, sus opciones; aquella de Dopico, otra de Ezequiel… Los de Melilla también se acercaron poco; el pesado de Chota casi siempre.

Y así empezaron a conformarse los dos. Lo dejamos para mejor ocasión, dijeron. Y el personal… Por cierto, el personal cada vez acude menos, ¿qué es lo que pasa, que ya descontamos que este equipo, que este club, tiene la obligación de estar en esta categoría y cuanto más arriba mejor y si no es así nos enfadamos?, ¿o es que se nos ha puesto el morrito tan fino que se nos ha quedado la Segunda B pequeña? Respetando, como no podría ser de otra manera, la libertad de elección de cada uno, me parece que no estamos siendo verdaderamente conscientes de que este club está transitando por la gloria y que deberíamos ser muchos más los que participáramos de ese privilegio. Allá cada cual.

Decíamos que cuando el personal se conformaba también con el empate y, el que más y el que menos, empezó a pensar en el vermut del mediodía, sin importarle mucho si Arturo iba a llegar, otra vez, a su cita con el gol, llegamos al final, ningún gol que celebrar, ninguno que lamentar, un punto para cada uno, otro punto para el limbo de los perdidos tontamente. Todo dentro de un guión predecible, porque ellos son los más goleadores y nosotros tenemos al principal artillero. Había que aplicarse en defender y se aplicaron.

Por la tarde, casi por la noche, jugaba el Albacete en San Fernando conocedor de marcadores y consciente de que una victoria le pondría al mando. Pues no sé si fue por eso precisamente, o porque el rival anda enredado en la maraña de un comienzo decepcionante, el caso es que desde bien pronto empezamos a vislumbrar el éxito. Acertó Calle antes del cuarto de hora y, a partir de ahí, todo fue más sencillo. Encima, cuando llegaba el descanso, apareció Rojas y añadió distancia. Pintaba bien la cosa.

Furibundos, los de Bahía Sur, que es el estadio del San Fernando, salieron tras el descanso y enseguida apretaron la diferencia. Quedaba un mundo y la duda de si el acierto de Pedro Carrión iba a sembrar de zozobra el sistema de contención de los chicos de Sampedro. Pero no. No dio tiempo, prácticamente. Esta vez fue Samu el que metió un manguerazo a la llamarada azulina, de modo que su moral, la de los que pierden casi siempre, escasa y muy frágil, saltó hecha añicos. A partir de ahí, cuatro arreones de vergüenza torera y a hincar la rodilla ante el líder… Qué bien suena, ¿a que sí? A ver si somos todos capaces de conseguirlo, los que juegan y los que no. Bien mirado, nos la estamos jugando TODOS.