¿Nóos toman por tontos?

  • Ay ay ay, Cristina… creo que te han vuelto a pillar
Foto: OEA - OAS
16 octubre 2013

Ay ay ay, Cristina… creo que te han vuelto a pillar. Las próximas semanas se presentan calentitas. El juez instructor del caso Nóos, José Castro, ha descubierto un traspaso de 150.000 euros desde Aizoon a una cuenta de su propiedad. Al mismo tiempo y según los extractos remitidos al juez por BBVA, se detallan movimientos de la Visa Business Oro a nombre de la sociedad, durante seis años, en gastos personales que podrían verse aumentados en las próximas horas por las últimas facturas aportadas al sumario. Desde luego, algo sigue oliendo bastante mal en todo este asunto.

La infanta, desimputada por la Audiencia Provincial de Palma tras la resolución del juez instructor el pasado mes de mayo, afirma desconocer los tejemanejes de su marido y estar desvinculada completamente de la empresa. Personalmente, me lo creo menos que a Salgado hablando de los brotes verdes de la recuperación económica. Pienso que con este nuevo dato pueden demostrarse muchas cosas, aunque no me extrañaría nada que alguien estuviese ahora mismo perdiendo el culo para tratar de justificarlo todo como un error del banco o vaya usted a saber. Recuérdese la famosa metedura de pata de Hacienda al confundir el DNI 14-Z de la Infanta con el de otro españolito contribuyente que se cruzó por casualidad en la base de datos. Y es que hay cosas que nunca deben tocarse en este país, como la imperturbable paz del rey feudal y su prole. El que ose alterarla, irá directo al foso de los leones y en menos que canta un gallo. Pues sí, hombre. ¡Faltaría más! Que para eso son quienes son y no están obligados ni a dar explicaciones de sus gastos con el dinero que apoquinamos para mantenerlos.

Recuerdo a Juan Carlos en su mensaje navideño de 2011. “La justicia es igual para todos”, decía asegurando entre líneas que aquí quien la hace la paga, sea su yerno o Perico el de los palotes. Si. ¡Ya!. Por supuesto que es igual… pero para todos los poderosos y enchufados de los altos estamentos, no para el padre desesperado que roba un jamón con el que alimentar a sus hijos. Por ejemplo, yo me pregunto: ¿Cómo es posible que un tío del que cada día conocemos algún dato nuevo relacionado con sus chanchullos pueda veranear tan tranquilo en un yate alejado de las miradas indiscretas en aguas de Menorca? Quizá lo necesite por el agotamiento que le provoca subir y bajar, desde hace tres años, la cuesta de los juzgados de Palma con su típica sonrisa chulesca ante las miradas de la prensa. ¿Cómo se explica esto? Pues de la misma forma que a los políticos responsables del caso Malaya les haya caído una blandísima sentencia que divide escandalosamente las penas solicitadas por el fiscal. En fin… que esto es España. Tanto tienes, tanto vales, ya se sabe. Pero, con todos mis respetos, permítame, Majestad, que me ría a carcajadas al recordar eso de la igualdad en la justicia. No es lo mismo llamarse Cristina Federica Victoria Antonia de la Santísima trinidad de Borbón y Grecia que Pepa Ramírez o Antonio Pérez. Y eso, creo que es algo que no admite discusión alguna.

En el momento de redactar esta columna, el juez Castro se debate entre llamar a declarar a la infanta o acceder a la petición de la Audiencia de Baleares de echar definitivamente el cerrojo a la investigación sobre la duquesa de Palma. Y mientras tanto, Cristina acompañada de sus cuatro hijos, y con visitas muy frecuentes del autodenominado “duque em-Palma-do”, pegándose la vida padre en Suiza.

Se ha ido porque le ha dado la real gana y porque en ese país las leyes son muy severas con los paparazzis, así que la familia podrá campar a sus anchas sin sufrir el agobiante acoso de la prensa española. Pero el problema no es ese. El problema es que entre todos le estaremos pagando el dispositivo de seguridad por un importe de 300.000 euros, sin contar vuelos, dietas y residencia de quienes la protejan las 24 horas del día. ¿No es su gusto largarse de España para estar más tranquila? Pues que la seguridad sea privada y la costee de su propio bolsillo. Sería lo más lógico, desde luego. Digo yo.

Pero eso no es todo. Las cifras de su caprichosa mudanza marean. 120.000 euros al año para que sus hijos estudien en uno de los diez mejores colegios del mundo y 5.000 euros al mes por el alquiler de un lujoso ático en el selecto barrio de Florissant. Conceptos de los que se encargará el Estado y la Caixa, la misma entidad que ha dejado a muchas familias desamparadas y en la calle por culpa del drama hipotecario… y la mima que entregará a la infanta un sueldo de 238.000 euros sumados a otros 300.000 que reciba de la Fundación Aga Khan (buenos amigos del Rey) para los que también trabajará. Y es que Ginebra es una ciudad con un coste de vida tan alto que la pobre Cristina necesita pluriemplearse para llegar a fin de mes. Según fuentes de la entidad catalana que preside Isidre Fainé, la Caixa le ha subido el sueldo casi un 200% en la última década, en plena crisis económica y en una época de asfixiantes recortes salariales para el resto de españoles. ¡Ahhh, claaaro! Ahora entiendo al ministro Montoro diciendo eso de “los salarios no bajan, crecen moderadamente”. Por eso va a ser, por eso.

En fin, que tendré que hacer caso a los que recomiendan no enfadarme tanto con estas cosas, porque a la larga, si sigo así, terminará saliéndome una úlcera. Pero, sinceramente, creo que aquí hay mucho hilo del que tirar. Que lo permitan o no… es otra historia.