Rajoy dice tan orgulloso en Austria: “Los recortes han merecido la pena”. Sáenz de Santamaría asegura: “Fuera de España me preguntan por la fórmula que ha provocado nuestro éxito económico”. Montoro explica en el Congreso: “Los salarios no están bajando, están moderando su subida”. Ana Mato define el copago farmacéutico como “una participación del paciente”. Y la ministra de empleo, tres días después de publicarse los peores datos del paro en la democracia, va y suelta tan campante: “Estamos saliendo de la crisis. Se ven señales esperanzadoras”, calificando de “movilidad exterior” la emigración de jóvenes obligados a buscar fuera la oportunidad laboral que aquí no termina de llegar.
Pero… ¿Esto qué es? ¿Se creen que somos gilipollas? ¿Nos toman por tontos, o simplemente es que viven encerrados en su particular pompa de quimera y fantasía? Porque yo, personalmente, no encuentro por ningún lado las bienaventuradas pregonadas de su país de las maravillas. Deberían preguntar a las familias que sufren los problemas del paro, desahucios, aumento de impuestos, tasas, recortes de todo tipo y eliminación de derechos básicos, como resultado de una serie de drásticas medidas dictatoriales de las de “porque sí, porque lo digo yo y punto pelota” en un sistema que aprieta y ahoga hasta sacarnos los ojos y cortarnos la respiración. Sería una buena forma de conocer la cruda realidad de un país que agoniza con tres millones de españoles en categoría de pobreza severa, según datos de Cáritas. Ver, preguntar, escuchar y después… trabajar por y para los ciudadanos. Y puntualizo lo de TODOS los ciudadanos, sin excepción de nivel alguno o clase social.
Por si fuera insuficiente lo que tenemos encima, el gobierno estudia volver a congelar el salario mínimo interprofesional. 645,30 euros mensuales que precisamente nunca sabrán lo que supone depositar en la hucha familiar como único ingreso. Todavía no está decidido, aunque empiezan a hablar del tema muy seriamente y ya se sabe que cuando el río suena… Lo que sí es seguro es que se mantendrá en 532,51 euros el Indicador Público de Renta de Efectos Múltiples (IPREM), es decir, el índice de referencia para la concesión de ayudas, subvenciones, subsidio por desempleo, becas… que desde hace cuatro años se mueve menos que Espinete en una cama de velcro.
Y es que se ven muy bien los toros desde la barrera… o mejor dicho, desde una poltrona en el Congreso o a través de la ventanilla del coche oficial al que, por cierto, se oponen rotundamente a renunciar bajo ningún concepto. 42 millones serán destinados el próximo año al parque móvil estatal dentro de unos presupuestos generales que seguirán haciendo mella en los ciudadanos de segunda y tercera división, los mismos a los que parecen querer exterminar poco a poco con sus tan repetidas “impopulares pero necesarias” medidas. Pero… ¿dan nuestros políticos ejemplo de austeridad y sacrificio?
En abril de 2011, los eurodiputados votaron en contra de suprimir sus vuelos en primera clase por otros más económicos de clase turista. Bajo ningún concepto quisieron renunciar a las comodidades del business. De igual forma, como era de esperar, rechazaron la acumulación de dietas y congelación de sus salarios. Ya en suelo patrio, la Iniciativa Legislativa Popular que el año pasado pedía la eliminación de prebendas en la clase política cesada, ni siquiera llegó a ser debatida por la Mesa del Congreso al no aceptarse a trámite de un plumazo. Ahí, ahí… así me gusta. Eso es apretarse el cinturón y lo demás tonterías. No os preocupéis, que ya estamos nosotros para hacerlo. Vosotros tranquilos. No sufráis. Venga, venga. Plas plas (palmadita en la espalda).
Resulta curioso comprobar cómo los diputados y senadores con 7 años de ejercicio, optan automáticamente a la jubilación máxima, mientras que para el resto de mortales el tiempo de cotización es obligatoriamente de 35 años. Esta ley, por supuesto, fue creada y aprobada por ellos mismos, como todas las que de una forma o de otra los benefician. Menús tirados de precio mientras imponen una tasa a los niños por comer de “tupper” en el colegio; cobro de dietas del Congreso para afrontar los gastos de alojamiento y manutención de 63 diputados empadronados fuera de la capital contando con residencia propia en Madrid, por un importe de 800.000 euros anuales y sin necesidad de justificar gastos. Cinco meses de vacaciones al año… En fin, una interminable lista de privilegios que bien darían para un monográfico.
Pero, lamentablemente, vivimos en un país conformista y aborregado que únicamente se une en masa para celebrar los triunfos de un equipo de fútbol. Un país donde sólo se protesta desde la barra del bar, en acalorada tertulia con el de al lado a la hora del café, o en las cenas familiares con el cuñado al que acaban de despedir del trabajo. Un país que las venir, agacha la cabeza, calla y aguanta.
En una reciente entrevista a El Diario Montañés, el escritor Alberto Vázquez-Figueroa expresaba al respecto:
“Si no nos defendemos, España será pronto un país de cien multimillonarios y un pueblo esclavizado y muerto de hambre” ¿Cuál es el pecado capital de España? “La apatía. El no ser capaces de reaccionar contra esta pandilla de inútiles.”
Y así es. Ni más ni menos, así es. Por eso, no estaría mal que de vez en cuando utilizasen sus coches oficiales, esos que entre todos les pagamos y prometieron inútilmente reducir en un 66%, para darse una vuelta por cualquier barrio obrero de una ciudad al azar, bajar la ventanilla, hablar con los ciudadanos y tomar contacto con la auténtica realidad del país a pie de calle. Millones de tristes historias que muchas familias sufren cada día en primera persona y bastante alejadas del mundo de fantasía que, a pesar de todo, muchos se empeñan en seguir dibujando.
