Sin paños calientes: La Roda ha sido siempre un pueblo de locos y de personajes, y Ramón y Cajal nunca hubiera sido lo mismo sin ellos. Sí, son esos en los que estás pensando.
La convivencia con esta gente peculiar es más que correcta; entrañable, me atrevería a decir. Quitas alguna escaramuza de algún grupete de hijos de puta salidos como ñus del colegio y el resto, una balsa de aceite. Luego la cosa se cura con la edad. Lo de los ñus, digo.
Pero ahora el iPhone ha hecho brotar de la tierra una cantidad insospechada de nuevos hijos de puta, que ya no salen del colegio sino del trabajo, y que gracias a las nuevas tecnologías pueden dar rienda suelta a su creatividad artística, siempre enfocada en estos locos y personajes, siempre emboscada en el anonimato de la red, a diferencia de los ñus del colegio, que, aunque en manada, por lo menos tocan los huevos a la cara.
Así, el mierda que se pasa el día detrás del mostrador para pagar los autónomos y la luz, en un alarde de sagacidad le da al rec del iPhone sin que nadie se dé cuenta y saca un vídeo muy gracioso de alguien que está pallá, o le tira una foto al que va con el chándal de Verano Azul porque no tiene otro que ponerse, y luego lo manda por WhatsApp a los colegas, que le contestan con caras amarillas de la risa, y el fenómeno creativo ve así reafirmada su superioridad vital frente a las pobres bestias que nunca sabrán que son actores y modelos de éxito porque para ellos el móvil con internet es como para nosotros un cohete de la NASA.
Por supuesto, los colegas reenvían la obra de arte a su vez a otros colegas y al final no hay móvil en el pueblo que no tenga la gracia. Ya digo, tranquilos todos, que el personaje nunca se va a enterar. Y si tiene familia no lo sabemos. Se sienten las molestias que hayamos podido ocasionar, en cualquier caso.
Esto lo haces en una gran ciudad y sigues siendo igual de hijo de puta, pero al menos el daño se diluye porque la capacidad de absorción del mar es tan grande que hasta es capaz de no dejar rastro de un petrolero hundido. Pero La Roda es un acuario donde una gota de gasolina no desaparece en semanas, meses, y donde los peces están atrapados entre paredes de cristal que no permiten nada más que darse la vuelta hasta la pared de cristal de enfrente cuando han tocado la otra con el morro.
Si con todo a favor has quedado para humillar con el iPhone a los locos y los personajes de tu pueblo, imagina dónde estarías si la vida te hubiera puesto en las circunstancias de ellos.
