No sabéis leer

  • Los jóvenes son conducidos por sus destrezas tecnológicas al cadalso: se meten en Facebook y allí, ardorosos y candorosos, lanzan un grito aterrador, en forma de comentarios, a través del ciberespacio: no sé leer (ni escribir)
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25 septiembre 2014

Para encender un ordenador, lanzar un navegador web, teclear en la barra de direcciones www.facebook.com, rellenar los campos usuario y contraseña y pinchar en ‘Entrar’ hacen falta unas destrezas informáticas que, aunque nos parezcan básicas, causarían la admiración y el asombro de Petrarca, Dante, Galileo o el más reciente Albert Einstein. Y tampoco hace falta irse tan lejos: no hace veinte años que en el instituto nos enseñaban a maximizar y minimizar ventanas en el Windows: tres cuartos de hora para aprender a maximizar, minimizar y cerrar ventanas entre pasmo, dolores de cabeza, pánico y frustración.

Los nativos digitales han aprendido a desenvolverse en el intrincado mundo de internet con la misma naturalidad con la que aprendieron a hablar, y por eso ellos apenas son conscientes de sus fabulosas habilidades cibernéticas, mientras que sus padres asisten desde un lado y en silencio al prodigio, casi con el mismo asombro de Petrarca y Dante.

Pero son estos monstruos del 2.0, o por el número que sea que vayamos, los mismos que no entienden un texto de una ironía amarillo fosforito como el que escribió Pedro José Gaona el otro día: “Los del triatlón son unos flojos”, secuela de aquel otro memorable “Los del basket son unos flojos”, que tampoco entendió una parte no pequeña de la muchachada nativa digital.

Las destrezas tecnológicas al final conducen a estos chavales al cadalso: se meten en Facebook y allí, ardorosos y candorosos, lanzan un grito aterrador, en forma de comentarios, a través del ciberespacio: no sé leer (ni escribir).

Con aquel artículo del baloncesto fueron unos pocos los que hicieron el ridículo insultando a un Pedro que estaba defendiendo a los del baloncesto; ahora han sido menos los que han hecho el ridículo con el artículo del triatlón, pero si fueran solo estos pocos que se han exhibido en las redes sociales no habría por qué preocuparse: el problema es que se intuyen muchos más ahí fuera pidiendo en su fuero interno la cabeza de Pedro por ‘meterse’ (pongo las comillas para ayudar) con los del triatlón, estudiantes que están terminando la ESO o ya en el bachillerato, duchos en el manejo de las nuevas tecnologías, casi superado ya el sempiterno nivel medio de inglés genético español pero sin ser capaces de comprender el más sencillo de los textos en su propio idioma.

Los primeros productos de esta neogeneración de jóvenes preparadísimos han desembarcado ya en el mercado laboral; se los rifan: saben ‘de ordenadores’ (el jefe no sabe), ‘saben’ inglés (el jefe no sabe) y no saben nada más porque no saben leer, lo cual es un alivio para el jefe.

Y también votan. Es más: su voto vale uno, como el de todos.

Que el bueno de Pedro J. Gaona subraya las ironías con amarillo fosforito, nenicos, con amarillo fosforito.