Banderazo en las narices

  • Reflexión sobre la derrota del Albacete ante la Ponferradina
30 septiembre 2014

Que digo yo, ¿qué vería el tipo del banderín para levantarlo presto y guindarnos un gol legal? Si estaba bien situado…, si la posición de Rubén Cruz era clara, ¿qué cojones vio? O mejor dicho, ¿a quién no vio? No vio al defensa negro del equipo de casa, que lo tenía delante de sus narices. Vaya tiparraco.

Sí, es verdad, estoy escribiendo con las vísceras. No debería. Pero es que me dura el cabreo. El Albacete Balompié, de nuevo, no mereció perder el partido; fue mejor equipo que su rival, tuvo el dominio de la pelota, llegó tantas veces como la Ponferradina y se ha vuelto a casa con las alforjas vacías.

Lleva razón Luis César, no hay que moverse ni un ápice de esa convicción futbolística que ha llevado al equipo a ser uno de los más vistosos de la categoría. Jugando así llegarán los resultados y los que se están bajando de este carro implorarán para que les dejemos un sitio cuando estemos donde nos corresponde. Es cierto que hay que trabajar con denuedo en la finalización de las jugadas, no basta con ser el amo de la pelota, luego hay que meterla entre los tres palitos. Es la ley del fútbol.

Yo me sigo fiando de este equipo, llevaba mucho tiempo sin verlo jugar así, disfruto viendo cómo se buscan continuamente, cómo la llevan de una banda a otra. Lástima que no sean capaces de encontrar el hueco más veces y cuando lo consiguen, no siempre aprovechan la oportunidad. Es normal, nadie saca el máximo rendimiento ciento por ciento.

A todo esto, no les hemos dicho –ya lo sabían, ¿verdad?- que en el último minuto de la primera parte nos pitaron una faltita y llegó el tal Infantes, don Pablo por edad y por calidad, y la metió por la escuadra literalmente, allí donde dicen que duermen las arañas.

La Ponferradina, nuestro rival de ayer, se ha puesto tercero en la clasificación. ¿De verdad piensan que ese equipo es mejor que el nuestro? Pues eso.