Adoctrinament

  • Entre Pepas Pigs y Caillous hay, en alguna conocidísima cadena de librerías en Barcelona, historias de Cataluña proindependentistas para que los niños interioricen con la naturalidad con la que aprendieron a hablar que Cataluña no es (no debe ser) España
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02 octubre 2014

En cualquier Fnac de España las estanterías de Infantil y Juvenil están tomadas por la invasiva Pepa Pig, Geronimo Stilton, Caillou, Dora la Exploradora, Pocoyo, esos bichos; en la Fnac Arenas de Barcelona entre cerdas picasianas y niños pelones repelentes, hay, además, historias de Cataluña proindependentistas para que los más pequeños interioricen con la naturalidad con la que aprendieron a hablar que Cataluña no es (no debe ser) España.

Un cerebro tierno de seis, siete, ocho años abre con todo su candor La meva primera història de Catalunya y entre el jiji-jaja de los dibujos y la simpleza de los textos, a la segunda vuelta que le da al libro ya tiene tallado a cincel en sus circunvoluciones cerebrales que España es Franco, cárcel y represión y que Cataluña es Barcelona ‘92. Tal cual, ese es el recorrido histórico que La meva primera història de Catalunya (La galera, 2014) hace de la segunda mitad del siglo XX. Qué queréis, es un libro de historia para mentes que todavía empatizan con cerdas picasianas.

Lo normal, quiero pensar que lo sano, lo correcto ante el adoctrinamiento político de los infantes sea de rechazo, de perplejidad, de preocupación. Y más si son catalanes los que adoctrinan.

Aquí en la meseta podemos estar tranquilos, que ni hay adoctrinamiento político infantil ni Fnacs. O, bueno, quizá haya un poco de adoctrinamiento, pero solo un poco: quién no sintió en el cole un no se qué (años después supimos que a eso se le llama ‘orgullo’) cuando le contaron, quizá tenga algo que ver cómo le contaron, que en 1492 dejamos esto limpio de moros y judíos.

Ah, los judíos, los que llevaron a la cruz a Jesús, hijo del dios único y verdadero, creador de Adán y Eva, mujer tenía que ser la que provocó nuestra expulsión del Paraíso, ya después de ella todo lo demás: el trabajo, el dolor, el pecado, pecadores hasta por el hecho de haber nacido, de ahí el bautismo, para limpiar con el agua de la pila bautismal los pecados de un bebé de semanas, si será malo el género humano y bueno Dios, que manda a la cruz a su único hijo a derramar sangre por todos nosotros, sangre que no falte, ni sufrimiento ni dolor, que el dolor purifica y el placer es pecado, y además ya habrá tiempo de disfrutar cuando hayamos muerto, que aquí estamos para sufrir…

Esta doctrina no se vende en las estanterías de Infantil y Juvenil de la Fnac, no se elige si se compra o no, como la inquietante La meva primera història de Catalunya: está, entre otros sitios, en los colegios públicos. Pero por lo menos no somos catalanes.