Boca de pobre

  • El derribo de la fuente de la plaza Mayor es la visita del pobre chas al dentista: no hay para implantes ni fundas, sólo para la extracción y ahí quede el hueco negro
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23 octubre 2014

La remodelación de la fuente de la plaza Mayor es la visita del pobre al dentista: hay una pieza podrida, cariada, infectada, rota, sin más remedio que la extracción, y ahí queda la cosa: tenazas, tirón y luego el hueco negro por el que juguetea la lengua, intentando acostumbrarse a nuevos relieves y espacios, nada de implantes ni fundas ni puentes.

Con suerte, la pieza extraída quedaba al fondo de la boca, allí donde no llega ni el cepillo, y la vida sigue igual una vez pasan los enjuagues de aguasal; pero si, oh, porca miseria, lo que se llevan las tenazas es uno de los dientes de la sonrisa, pongamos una pala de las dos que nos cuelgan en la fachada principal de la boca, ahí queda el cuadradito negro para dejar constancia en cada sonrisa de que el que sonríe es pobre.

La fuente de la plaza Mayor es una de esas palas. Era. Donde antes había un diente roto o infectado ahora queda el cuadradito negro que nos hace boca de pobres. Estáis hartos de verlo, aunque quizá nunca hayáis sido del todo conscientes de ello: en ‘Callejeros’ son mayoría los que están mellados porque la mella es la sonrisa del pobre. Y La Roda sonríe como los de ‘Callejeros’.

Porque la fuente de la plaza Mayor no se remodela, la fuente desaparece, y con ella la postal de La Roda: la fuente, con sus leones de piedra y su perfil inconfundible, recortado sobre el fondo de la iglesia de El Salvador. Para ser justos, aquella postal desapareció ya hace tiempo, desde que unos árboles despeluchados como gatos de callejón tapan la vista del templo. En cuanto a los chorros de agua que van a intentar hacer más llevadero el mellao, ya pueden rugir fuerte que nunca llegarán a ser leones.

Esto pasa porque no hay un duro, no hay para implantes ni fundas, y gracias a que la Seguridad Social mete las tenazas gratis en la boca. Tiempo ha, no hace tanto, había hasta para blanquearse los dientes; ahora, ni para tapar el hueco negro una pala. Que no es que no se pueda vivir sin una de las palas, pero da mucha sensación de pobreza.

Que cómo estará la cosa que no hay ni para arreglarse la boca en víspera de elecciones municipales. Antes, cuando empezaba a oler a urnas, se remataban a toda prisa nuevas infraestructuras y se cortaba la cinta con la llegada de la primavera; ahora solo hay para meter la piqueta, recoger los cascotes y barrer intentando no levantar mucho polvo para que nadie se dé cuenta. De pensar en qué meter en la cesta de Navidad que son las nuevas obras de final de legislatura para el votante hemos pasado a Vamos a quitar de aquí esto, no lo vayan a aprovechar estos cabrones para sacar rédito político. Porque yo soy estos cabrones, la oposición, y la tarde del 12 de mayo, pongamos, saco el atril a la fuente de la plaza Mayor como Milans del Bosch sacó los tanques en Valencia y llamo a la tele y doy un mitin con la fuente de los leones leprosos y su flora y su fauna autóctona de fondo y me hago el amo un rato, como Milans en Valencia.

Mejor que la fuente de la Miliaria

Unos treinta años ha durado, dicen, la fuente esta de los leones que había donde ahora va la mella. Ha salido bastante buena, si la comparamos con la de la Miliaria, que sólo nos duró seis años (fue inaugurada en 2006 y derribada en 2012). Y si nos venimos arriba y nos empavonamos podemos decir que esta fuente de los leones ha salido tan buena como aquellas lavadoras de nuestras abuelas si la comparamos con lo que nos dura un teléfono móvil, que no pasa de los dos años. Esto es un favor que les hago, porque todavía no se les ha ocurrido decirlo. De nada.

En serio. ¿Nadie se dio cuenta nunca de que la fuente se caía a trozos, antes de que fuera ya demasiado tarde? La fuente de la plaza Mayor de La Roda, Dios mío, no una vivienda de Pompeya sepultada bajo cientos de toneladas de ceniza del Vesubio.