En la buena senda

  • Reflexión sobre las victorias de La Roda y el Albacete en sus respectivos partidos
30 noviembre 2015

Esperemos que este lunes postrero de Noviembre no sea la excepción de una regla que nos sentencia cada semana a iniciar la siguiente sumergidos en las dudas futbolísticas que, como todos saben, son también de carácter existencial. Se trata, pues, de una carencia que tenemos y que solemos, de vez en cuando, solventar cuando ganamos los partidos del domingo.

Ayer fue el caso. Empezamos por la mañana, con televisión en directo, asistiendo a uno de los mejores encuentros de los disputados por los de Simón desde que comenzara esta campaña. Con autoridad, con mando, La Roda C.F. se hizo dueña del balón y del campo. Que llegara el gol era cuestión de tiempo y de Megías. La primera que tuvo, pa dentro. Después, mucho rigor para defender y un alarde inusitado de generosidad por parte de Adrien Goñi, que regaló literalmente dos goles cuando estaba mano a mano con el portero, primero a Oscar Martín y luego, en las postrimerías, a Alberto Abengózar, erigiéndose el navarro, de esa manera, en el auténtico protagonista de la matinal talaverana.

Ya ven, hace poco menos de un mes andábamos con el entrenador a brincos, ora dentro ora fuera, en una crisis de confianza general que se ha solventado con una sobredosis de tranquilidad, justamente la que dan nueve puntos en tres partidos. Mejor para todos.

Victoria del Alba por la mínima

Por la tarde, baño de agasajos en el Belmonte, que nos visitaba uno de esos rivales que caen bien y que vino arropado por una afición hermanada con la nuestra. Ovaciones mutuas desde unos graderíos bastante poblados y ambiente de fiesta y de fútbol en una tarde de esa que se piden los futbolistas para jugar sus partidos: buen piso, buena temperatura y ni una brizna de viento.

Lo que vimos después, durante muchos minutos, no estuvo a la altura del escenario ni del ambiente. Albacetenses e ilicitanos se dedicaron, más nosotros que ellos, a perder sus energías en un sinsentido en el medio campo, sin apenas acercamientos a las respectivas áreas.
A fuerza de ser sinceros, el Elche jugó mejor, con más sentido, no sólo disputó la posesión al Alba, se la ganó. Enfrente tuvieron al mismo equipo ramplón que vimos frente al Tenerife y en Girona, sin consistencia en el medio y muy inocente en el frente de ataque. Ni siquiera la aparición de Diego Benito alumbró suficientemente.

En esas estábamos cuando llegó Miguel Núñez y, sin hacer nada, vio blandida la segunda tarjeta delante de sus narices, de manera que ahora nos tocaba seguir penando, digo los espectadores, pero con un jugador menos. He de confesar que, allá por el minuto setenta, yo firmaba el empate. Donde hiciera falta.

Pero ocurrió, volvió a ocurrir para ser más exactos, que una, otra, decisión de otro árbitro malo, enervó de tal manera al público que el ambiente apacible del principio se tornó infernal, con el respetable poco respetuoso con los señores de negro y sus respectivas familias. Tal fue la energía producida que prendió en el ánimo decaído de algunos futbolistas, la mayoría para ser sinceros, de forma que todos calaron la bayoneta y apretaron los dientes, primero para conservar un punto y luego, por mor de una genialidad de Samu, con gol de Jona, no vaya y se nos enfade, para conseguir el mayor botín.

Decía yo, por si leyera esto Luis César, que por qué no les mete dos hostias, disculpen los más píos que la acepción es la pagana, antes de salir el próximo domingo en Mallorca, a ver si salen cabreados y dispuestos a comerse la hierba y no lo dejan todo a cuenta del árbitro de turno, que va a ser malo casi seguro. En fin, cuestión de motivación, que nos hace falta.