Ya estamos otra vez aquí, relamiéndonos las heridas. Apartando el cáliz de un periódico que nos recuerda impíamente que frecuentamos los bajos fondos y que se nos cierne el peligro de acostumbrarnos y quedarnos. Quebrar las rachas negativas tiene más que ver con la cabeza que con el corazón, con el diván que con el gimnasio. Cuando uno se instala en la deriva, cualquier brisa te arrastra al remolino, te acerca al vacío.
Las cosas no salen porque no salen las cosas. En fin, esto que no se le hubiera ocurrido a ningún peripatético de la Grecia antigua, se le debió ocurrir a Perogrullo, pongamos por caso. Y llevaba razón, el tío. El círculo vicioso del Albacete Balompié o de La Roda C.F. se retroalimenta de manera que no es fácil encontrar la vía de escape. Urge, pues, ponerse manos a la obra en la recuperación de la moral que, aunque no es tarea fácil, es absolutamente imprescindible para empezar a remontar el vuelo, recobrando antiguas y más placenteras sensaciones.
Lo que le pasó al Albacete el sábado tiene mucho que ver con lo que les estamos contando. El convencimiento está prendido con alfileres de la camiseta que llevan sus futbolistas. Tal es que no se atreven porque no se fían. Y cuando se atreven es tal el canguelo que terminan por dispararse directamente en su pie. El equipo de Luis César ha perdido el carisma, la personalidad, el alma. Sus jugadores son los mismos que hace unos meses sorprendían a propios y extraños por su manera de jugar el fútbol, por su forma de abordar los partidos independientemente del rival. Vamos a admitir, no obstante, que todo esto puede pasar, suele pasar. Es precisamente entonces cuando hay que tirar de manual, qué digo manual, de psicología, de motivación. Y de hacer los cambios que puedan remediar tanto atasco.
No conviene fiarlo todo a la mala suerte ni a los fallos puntuales, que los tenemos en un caso y en el otro. La suerte, buena o mala, y su influencia en el juego y en la vida, tiene más que ver con el perdedor que con quien trabaja duro cada día para poner el remedio a sus males. A trabajar se ha dicho.
Dolorosa derrota de La Roda
Ayer vimos a La Roda C.F. triste y lastrada por los últimos acontecimientos y aquí metemos también los últimos resultados, nada favorables. Lejos de mostrarse como frente al Toledo hace ocho días, el equipo de Mario Simón, salió un puntito, o dos, por debajo de su adversario y de esta guisa, cuando no se tiene la capacidad individual para desequilibrar el juego, si te dejas un gramo de intensidad en la caseta, te vuelca el más pintado. Si encima quien tienes enfrente es un buen rival, con buenos jugadores, de los que se fichan poniéndolos encima de la mesa, los cuartos digo, pues resulta más definitivo el atorrijamiento inicial.
Es verdad que, en el segundo tiempo, el equipo rojillo se enmendó y quiso ir a por el empate como mínimo, de manera que pasamos a una fase de llegadas tan abundantes como poco claras, que pusieron la esperanza en el corazón de los aficionados. La falta de definición y la buena actuación del portero de la U.D. Socuéllamos convirtieron el partido en un quiero y no puedo que derivó en una respuesta contundente en forma de contragolpe y de segundo gol visitante, que resultó ser definitivo para terminar de romper la frágil moral de los de casa. El tercer gol del equipo de García Cosín y el único nuestro, fueron simples anécdotas en un partido ya sentenciado.
Como dijimos al principio, la recuperación ha de empezar por arriba, por la cabeza. Tenemos la urgencia de cortar la racha negativa y volver por donde solíamos, cuando solíamos bien. El próximo partido, frente a un rival teóricamente asequible, es el momento. Vamos a por ellos.
