Pues sí, va a resultar que esto es un cuento de nunca acabar, el tan manido Día de la Marmota. Comparecemos los lunes para intentar desahogarnos primero y después para implorar a los dioses del fútbol un poquito de compasión. Es tal la deriva que hemos cogido, que se nos antoja imprescindible algún tipo de ayuda sobrenatural, de manera que los unos, los de La Roda C.F. encuentren el remedio a los males físicos, plaga de lesiones continua, y a los económicos, ni un duro, no sé si por ese orden, y los del Albacete Balompié se salgan urgentemente de esa espiral que les está metiendo cada vez más abajo, sin que nadie sea capaz de poner el remedio. Ni lo arregla San Pedro del Pinatar, ni el otro Sampedro, que es el principal responsable, ni mueve un músculo el dueño de las acciones, empeñado en comparar lo que sucede con una cuestión estadística, cálculo de probabilidades, moneda al aire, sin darse cuenta que esto es fútbol y que aquí cuenta tanto o más el corazón, el alma, que las matemáticas. A ver si va a venir a decirnos ahora que, en el fútbol, dos y dos son cuatro. Que todos sabemos que no.
El tema es que hemos vuelto a perder y nos estamos metiendo en muchas dificultades clasificatorias. Los de Mario Simón, porque pasan con mucha facilidad del negro al rojo, porque no terminan de consolidar sus atisbos de mejora y nos dejan con la cara de tontos cuando menos lo esperamos. Los de Luis César… La verdad es que estos son mucho más regulares, dónde va a parar. Juegan mal casi todos los partidos y pierden muchos más de los que ganan, no le meten un gol a nadie y son el equipo más batido de la Segunda División. En fin, datos para estar tranquilos, que esto lo arreglo yo.
Si nos admite un consejo, Don Luis, párese un ratillo y reflexione, de veintiocho partidos hemos ganado seis, somos los que más perdemos después del colista, somos el equipo más goleado, de la categoría, jugamos sin alma, sin convicción, algunos futbolistas, varios, pasan de la titularidad al banquillo –en el mejor de los casos- sin causa que lo justifique… ¿De verdad cree usted que en catorce partidos que nos quedan –sí, solamente catorce- vamos a ser capaces de conseguir las siete victorias que se antojan imprescindibles? ¿Cómo lo va a hacer? ¿Va a cambiar el sistema o a los jugadores? ¿Ha llegado a pensar que, tal vez, el que se tiene que cambiar es usted? Estamos llegando a una situación límite, entrar en la dinámica del perdedor termina por acostumbrarte a la derrota. Somos conscientes de la escasa repercusión de estas reflexiones; es difícil que lleguen a donde pretendemos. Si alguien nos escucha –nos lee-, que transmita nuestra preocupación y nuestra angustia. No va más.
